Con los Musk Ox, al contrario que en la mayoría de casi cualquier viaje fotográfico de vida salvaje, hay que estar seguro de que nos han visto y evitar sorprenderlos, o pueden pensar que somos un depredador al acecho y podrían atacar para defenderse.
Desde que hace años vi a este animal en las publicaciones de Wild Wonders of Europe, un viaje fotográfico así se convirtió en uno de esos deseos que creí inalcanzable durante años. Aquellas imágenes me parecieron geniales. Consiguieron que me parase en ellas, me describieron un entorno completo, no eran sólo lo que se veía en el fotograma, habían conseguido transmitirme la soledad, el frío extremo, el viento, el silencio, y la fuerza de los animales, a través de su apariencia imponente y su cara congelada.
Con el paso de los años creció mi expectación por los territorios del norte (echadle un vistazo a mis viajes a Islandia), y casi 10 años después de la publicación de aquellas imágenes, decidí buscarlos y dedicarle mi propio viaje fotográfico a los Musk Ox (o buey almizclero).
Una vez allí, en las montañas de Dovrefjell, donde empezaba la niebla que cubría toda la parte alta de la montaña, conseguí ver un grupo de Musk Ox adentrándose en la niebla, caminando hacia la parte más alta de la montaña. Avancé tras ellos hasta llegar a una posición en la que ya no era seguro acercarme más y que tampoco me permitiría captar la imagen que deseaba, por lo que descendí para rodearlos desde bastante distancia y subir hasta ponerme por encima de ellos, sin riesgos y donde pudiese componer mejor la imagen.
El grupo era de tres hembras y dos machos, uno increíblemente grande, con semblante de dominio, y el otro más joven, de menor tamaño y que se acercaba cauteloso al grupo de hembras.
Tras estos momentos en los que aún captaba las imágenes desde la lejanía, la niebla se hizo más espesa, los vientos se levantaron de un momento a otro y la nieve comenzó a caer con mayor fuerza, pero tras la primera descarga, por momentos la niebla iba y venía dejando pequeños claros, con la nieve cayendo casi horizontalmente por la fuerza del viento, con una luz muy baja, creando todo ello una atmósfera perfecta para reflejar en las imágenes la dureza del entorno donde viven estos animales.
Durante los siguientes días pude observarles y fotografiarlos hasta en un grupo de 30, en los valles, las laderas nevadas e incluso un pequeño grupo en el bosque, trabajando la composición con colores anaranjados, verdes, blancos y los distintos momentos del día. Después de esta etapa, como podéis ver en este artículo, continué en Noruega, intentando captar la magia de las tierras del norte y las auroras boreales.
Espero que disfrutéis de estas imágenes y que, al igual que pensé yo hace 10 años que esto sería imposible, no os deis por vencidos y aunque tengáis que aplazar la idea o dejarla en los recuerdos, no la abandonéis, porque puede hacerse realidad.
Gracias por acompañarme.
Como en todas mis galerías, si veis alguna imagen que no se encuentre en el área de impresión de fotografías y deseáis tener con vosotros ese pedazo de esta historia, y de la grandiosidad de estos Musk Ox, no dudéis en escribirme.